Todo el mundo grita, todo el tiempo. Pero nadie escucha. Así se siente ‘Stockholm Bloodbath’ (‘Estocolmo 1520. El Rey Tirano’), de 2023 que se estrena en mayo en cines españoles. La película es una aventura medieval que luce seria y termina siendo una mezcla entre ‘Robin Hood’ versión videoclip y una partida de Age of Empires comentada en Twitch. El resultado: entretenimiento a ratos, confusión prácticamente todo el tiempo.
Como película histórica, tiene gancho. Basada en el Baño de Sangre de Estocolmo, se lanza a contar una historia de venganza y traición por todo lo alto. Las dimensiones de la producción son por todo lo alto. El problema empieza cuando los personajes que nos presentan parecen haber salido de una parodia. La película abusa de pantallas partidas y de pantallas congeladas que aparentan inteligencia artificial. Hay bailes, decapitaciones y líneas de diálogo que me hicieron replantearme si todo era sarcasmo.



Seguimos a Freja y Anne, que, después de ver su aldea arrasada por los daneses, buscan venganza al más estilo Arya Stark tachando nombres de una lista. Todos los personajes se nos presentan con subtítulos en tipografía Impact (en esas pantallas congeladas), supongo que para que la audiencia los reconozca por sus estereotipos. El rey Christian es el villano de manual: grita, mata, humilla… y aún así, no impone. Tiene más vibra de incel con corona que de tirano medieval. Siendo los personajes femeninos las únicas que cumplen una función dramática útil, las que realmente piensan, planifican y sobreviven.
Hombres = Idiotas impulsivos. Mujeres = Estrategas con cara de “no puedo creer que tenga que limpiar este desastre otra vez”.



Hay algo interesante, en algún lado, dentro de toda esta batalla de sexos disfrazada de aventura histórica. Detrás de las coronas y flechas, esto también es una historia sobre familia, herencia, traumas, traiciones, y todo ese combo emocional que debería hacer que empatices, pero que no termina de funcionar. Aunque intenta tocar temas como el poder, la manipulación, el legado y el castigo, a veces da la sensación de que nadie tomó las riendas de la narrativa.
El mayor problema aquí es que no está claro qué tono quiere tener esta película. Hay humor, pero ¿es voluntario? Hay dramatismo, pero se pierde cuando empiezan a cortar cabezas. Hay acción pero que transiciona a bailes sacados de TikTok. Lo que falta es alma. O una intención clara. Siempre pienso que en una pieza de época es fundamental sentir que esos personajes jamás han visto la pantalla de un teléfono móvil. Aquí, el rey parece que en cualquier momento va a tuitear: “asediando Estocolmo :)”.
En resumen: ‘Estocolmo 1520. El rey tirano’ es como un tapiz del medievo muy bonito que, al acercarte, está bordado con memes. Una película que quiere ser una tragedia histórica, pero que se pierde con un tono inconsistente.


