En mitad de la película ‘Una cena… y lo que surja’ me surgió el inevitable pensamiento de que los cuatro personajes principales son estúpidos, casi burlescos. Sin embargo, según avanzaba la cinta, este pensamiento fue virando hacia algo más humano pues, ¿acaso no somos todos un poco estúpidos?
‘Una cena… y lo que surja’ es la nueva película de los directores franceses Olivier Ducray y Wilfried Méance que se inspira en ‘Sentimental’ de Cesc Gay y en la obra de teatro ‘Los vecinos de arriba’ (escrita por el propio Cesc Gay). Se trata de una comedia especialmente teatral, con sus enredos, sus cuatro únicos personajes, su espacio único…; que cuenta la historia de Sophie y Xavier, un matrimonio adulto y desgastado que invita a cenar a su hogar a sus vecinos Adèle y Alban, una joven pareja que se ha mudado recientemente al edificio.
La premisa es clara: el desgaste y la inoperancia a la hora de experimentar y cuidar una relación acaba por destruir la misma. Esto se lleva a límites, tal vez un poco predecibles, que tienen un efecto devastador (y a su vez rejuvenecedor) en el matrimonio. Adèle y Alban proponen una nueva experiencia al matrimonio que, lógicamente, no deja indiferente a nadie.


Si bien es cierto que su primera parte puede resultar pesada (y es que lo gracioso no quita que se da mil vueltas alrededor de la misma idea durante decenas de minutos), cuando la película cobra un sentido más humanista, acaba por ganar enteros. ‘Una cena… y lo que surja’ cumple a la hora de transformar a sus personajes en personas, bajando a tierra lo que es una premisa un poco loca y atrevida (incluso en varios momentos, incómoda) y consiguiendo que esos cuatro estúpidos de los que hablaba al principio se conviertan en personas en las que uno puede verse reflejado.
Xavier, Sophie, Alban y Adèle tienen problemas humanos, motivaciones igual de humanas y actos igual de impulsivos y, a priori, irracionales, que los que podemos tener nosotros mismos en nuestro día a día. Sus celos, sus tensiones y sus inseguridades vienen de un lugar concreto, tienen unas causas y unas consecuencias y contar todo esto en menos de una hora y media tiene bastante mérito.
‘Una cena… y lo que surja’ tal vez no esté dirigida a todos los públicos. Puede que algunos, incluso, puedan salir de la sala de cine enfadados o indignados con las decisiones de sus personajes pero, lo que está claro, es que la obra invita a una reflexión, a ser introspectivos con nosotros mismos, a encontrar aquello que nos duele y el por qué de ese dolor y, últimamente, a experimentar y ser libres. Todo ello, por supuesto, bañado en un humor que pese a lo boomer no deja de funcionar.