Un día, como otro cualquiera, te levantas de la cama y ejecutas el gesto que todo el mundo hace al levantarse debido a que vivimos en 2025: encender el móvil. Un hábito nocivo a la vez que normal y consumista, ya que la sociedad estipula que sin ese aparato tecnológico no podrías llevar una vida normal. Pues bien, después de un gesto cotidiano e inocente, descubres que no hay internet; sales a la calle, todos los coches están descolocados, las carreteras están rotas y la gente alterada. Tras recoger varios tipos distintos de información por parte de la gente, descubres que ha habido un terremoto.
Esta introducción metafórica que representa el final de nuestras vidas sirve de presentación posicional para contar la «deseada» vida de Chuck, desde un triste final hasta un idílico comienzo. Una historia escrita por el maestro del terror, que en esta ocasión relata una trama distinta y poco convencional a lo que suele escribir. Una historia que se sumerge en una profunda tristeza a raíz de un acontecimiento sin solución. Un acontecimiento que actúa como un punto y final en las «aventuras» de nuestro amigo Chuck.
Realizada por Mike Flanagan, otro director ilustre del género terrorífico, que aquí también da otra sorpresa al no hacer algo cotidiano en su cine (igual que el autor de esta obra), cuenta la historia a través del subconsciente de una persona, recalcando todos los momentos que ha vivido y destacando los episodios más especiales del trayecto de Chuck. Una manera muy metafórica, pero que funciona a la perfección, ya que combina momentos de pura fantasía con situaciones llenas de realidad; un ejemplo perfecto es la forma que tienen las estrellas de «desaparecer» cada vez que el camino del final está siendo más próximo y palpable.


Una composición presentada en tres actos, provocando una estructura narrativa de inversión temporal, la cual estipula una línea aleatoria en el relato de la película que confunde al espectador, pero que a su vez es una idea muy bonita y maravillosa.
Stephen King siempre ha reconocido que Mike Flanagan es uno de los directores que mejor realiza las adaptaciones de sus libros. Se pudo ver en la película de 2019 ‘Doctor Sueño’, una película que, bajo mi opinión, no fue tan espectacular como se dijo, pero que sentó las bases de una sinergia entre director y novelista.
Al final, estas dos personas consiguen coreografiar un baile perfecto para dar las gracias al carismático Charles Krantz.