Discernir la verdad de la ficción en esta biografía —ligeramente ficcionada— de Enric Marco, el mayor impostor en la historia reciente de España, no es tarea fácil. ¿Mitómano, autoengañado o simplemente mentiroso? Marco es un personaje complejo, cuya existencia no es producto de la imaginación: por más inverosímil que parezca, Enric Marco fue real. Más real que la historia que contó al mundo.



Marco aspiraba a ser una figura histórica, y en cierta medida lo consiguió. Paradójicamente, aunque España le reprocha su engaño, le ha dedicado libros y películas. Mentir es pecado; enviar a judíos a campos de concentración, una abominación; mentir sobre haber estado en uno de esos campos, en cambio, es una historia real. La historia de Enric Marco. ¿Por qué seguimos contándola? ¿Porque nos avergüenza haber sido engañados o porque nos fascina su capacidad de embaucarnos?
La narración, dinámica y envolvente, se acompaña de movimientos de cámara inusuales que reflejan la decadencia de la farsa. Primeros planos retratan las convicciones inquebrantables de Marco y sus incómodas confrontaciones. Son escenas que nos incomodan, pero de las que Marco no huye. Al contrario, se mantiene firme, luchando por su versión de la verdad, por contarla y que alguien, quien sea, le crea. Un hombre complejo, más atraído por los focos que por las consecuencias de sus actos.
La interpretación de Eduard Fernández es hipnotizante. Si Enric Marco fue tan convincente como Fernández lo encarna, no sorprende que haya logrado engañar a tantos. ‘Marco: la verdad inventada’ es una de las biografías más fascinantes que he visto. Atrapa como un thriller y no decepciona. Intrigante e increíble, la historia que Marco se inventó encuentra en la pantalla el éxito que él nunca alcanzó.


