‘Kill Boy’, la nueva película de acción postapocalíptica protagonizada por Bill Skarsgård, se presenta como un cóctel explosivo de adrenalina y violencia estilizada.
La película nos sumerge en un mundo destruido, donde la civilización se ha derrumbado y la ley del más fuerte impera. En este escenario desolador, conocemos a Boy, un joven criado en aislamiento por un chamán que le ha enseñado a sobrevivir y a luchar. Cuando su familia es asesinada por una despiadada banda, Boy emprende una sangrienta venganza, utilizando todo lo que ha aprendido.
Desde el primer momento, te atrapa con su estética, recordando en ciertos momentos a ‘Mad Max’. Los escenarios postapocalípticos llenos de chatarra oxidada, edificios en ruinas y vehículos modificados, crean una atmósfera muy llamativa y, como digo, madmaxiana. La paleta de colores, abusando del contraste, crea un efecto que contrasta con la oscuridad del mundo que retrata, añadiendo un toque de surrealismo y energía a la película.
La banda sonora, compuesta por ritmos electrónicos y guitarras eléctricas distorsionadas, refuerza la intensidad de las escenas de acción y contribuye a la locura general que aborda la peli. La música se fusiona con los efectos de sonido de las explosiones, los disparos y los golpes, creando una sinfonía de caos y destrucción que te mantiene pegado al asiento.



Bill Skarsgård, conocido por sus papeles en ‘It’ y ‘Castle Rock’, demuestra una vez más su versatilidad como actor al interpretar a Boy, un héroe silencioso. A pesar de no pronunciar una sola palabra en toda la película, Skarsgård logra transmitir todas sus emociones a través de su lenguaje corporal, sus expresiones faciales y sus movimientos, siendo de lo más reseñable de la cinta.
Las escenas de acción son, sin duda, el punto fuerte de ‘Kill Boy’. Las coreografías de lucha son fluidas y brutales, con movimientos acrobáticos, golpes contundentes y un uso creativo y original de las armas. La cámara sigue la acción de cerca, capturando cada detalle de las peleas y transmitiendo la adrenalina y la violencia de cada enfrentamiento.
Sin embargo, a medida que avanza la película, se hace evidente que la trama es bastante simple y predecible. La historia de venganza de Boy sigue un camino trillado sin ofrecer giros sorprendentes ni momentos de reflexión. Los personajes secundarios apenas tienen desarrollo y sirven principalmente como obstáculos para el protagonista.
Además, la película no aprovecha el potencial de su mundo postapocalíptico para explorar otros temas. La violencia, aunque espectacular, se siente gratuita y vacía de significado y el humor negro, que en ocasiones funciona, en otras resulta forzado.
Por terminar, el objetivo de entretener y de acción sin parar está más que cumplido. Sin embargo, su falta de profundidad narrativa y su dependencia de clichés y violencia gratuita la convierten en una experiencia un poco vacía. Eso sí, como espectáculo visual, es una maravilla.


