‘Un simple accidente’: ¿Es posible convivir sin reparación?

Desgraciadamente, es complicado imaginar un cine iraní que no denuncie la violencia contra las mujeres o la violencia sistemática del Estado a su pueblo. Jafar Panahi es un experto en lo segundo. El cineasta fue encarcelado en 2009 y convivió con restricciones como no abandonar el país o no rodar nuevas películas hasta hace bien poco. Se le acusaba de agitación y rebelión contra el régimen por asistir al funeral de Neda Agha-Soltan, joven asesinada en las protestas electorales de ese mismo año. Por ello mismo, su cine ha denunciado una y otra vez a un régimen insoportable que, a día de hoy, sigue perfectamente operativo.

Tras ganar la Palma de Oro con ‘Un simple accidente’ se convirtió en el cuarto director en hacerse con los tres premios de los tres festivales más importantes del mundo (Palma, León y Oso) después de Robert Altman, Henri-Georges Clouzot y Jean-Luc Godard (este último, Palma de Oro especial).

En ‘Un simple accidente’, Panahi se hace una pregunta que, considera, es clave para entender por qué, por mucho que cambien las cosas, la realidad de los ciudadanos iraníes seguirá siendo la misma: ¿Es acaso posible convivir sin reparación? Panahi afirma que no. Y, sin embargo, alienta al espectador a poseer su propia moralidad. ¿Es la reparación una venganza? ¿O basta con una disculpa sincera?

‘Un simple accidente’ no cuestiona los valores de cada uno. Al contrario, es capaz de entender la posición ética que cada individuo considere oportuna. Panahi, por supuesto, tendrá la suya propia, pero no la impone, pues entiende que una persona que ha sido torturada puede responder de miles de maneras cuando se encuentra de bruces con un recuerdo horrorizante.

Y aún con todo, Jafar Panahi mantiene su sentido del humor, conjugando unos diálogos expresivos, apasionados y desternillantes con el nervio del thriller que propone su sinopsis más básica. Y cuando tiene que golpear, golpea muy fuerte, absorbiendo la respiración de un público que, oprimido, no es capaz ni de moverse.

Uno podría pensar que su Palma de Oro se debió a un tema político en lugar de al simplemente artístico. Pero no. La realidad es que la denuncia de Panahiy su situación de represión no opacan la calidad cinematográfica de una película que, sin duda, merece estar considerada como una de las grandes obras de su tiempo.