El cine es una de las formas más poderosas de explorar la complejidad de las relaciones, y Yolanda Centeno se ha abierto paso con un tema realmente innovador en su debut “Tras el verano”, película que se estrenará mañana, y que aborda las dinámicas dentro de las familias reconstituidas. Un tema fascinante y muy poco explorado.
Lo único que no me termina de encantar de la película es la traducción de su título al inglés, ‘The Stepmother’s Bond’, que hace spoiler algo que es mucho más bonito descubrir poco a poco. Conforme avanza, la historia los coloca a ellos dos, Paula y Dani, en el centro, y lo hace con un guion —escrito por Yolanda Centeno y Jesús Luque— que dosifica la información de una forma muy especial, revelando los detalles de la historia a su ritmo. Comienza sin demasiadas explicaciones y se entrega a los prejuicios del espectador, para ir desmontándolos progresivamente.



Conforme he avanzado y descubriendo más información, mi amor y comprensión por Paula ha ido creciendo. La película no sólo trata de las familias reconstituidas, ni del amor que se puede sentir por un hijo que no es biológico, sino que también profundiza, desde un punto de vista adulto y poco habitual, en cómo se vive una ruptura cuando no sólo te separas de tu pareja, sino de sus hijos.
Además de esto, la historia se adentra en algo que rara vez se ve en pantalla: la convivencia, la crianza compartida entre padres divorciados, sus parejas nuevas, que terminan siendo parte de la vida de sus hijos; e incluso las nuevas parejas de las madrastras y padrastros una vez terminan su relación con los padres… y toda la red emocional que eso implica.



A simple vista, se suele pensar que la buena voluntad es suficiente para ir llevando todo sobre la marcha y que salga bien, pero la realidad —y esta película lo retrata con mucha sensibilidad— es que, incluso cuando hay amor y disposición, también hay heridas, duelos no resueltos, responsabilidades y una exposición emocional que dificulta todo. La convivencia y las decisiones compartidas sacan muchas situaciones difíciles de gestionar, incluso en los más equilibrados y dispuestos.
Toda esta red tan compleja es la realidad de muchos, y he disfrutado mucho viéndola desde un punto de vista cinematográfico. Un acierto en toda regla, y un final que recuerda que no todas las historias han de tener un cierre conclusivo o una solución clara al problema que se presenta. A veces, se trata como se puede, se soluciona parcialmente y se sigue adelante, como en el mundo real. Este es el cine que me gusta, el que me hace ver una realidad que no he vivido y me hace reflexionar a su alrededor.


