‘The substance’: La barbaridad como grito de auxilio

Cuando en 2017 Coralie Fargeat debutó con esa violenta y reivindicativa obra que fue Revenge no creo que nadie se esperase que su siguiente paso fuera el de ganar el Premio a Mejor Guion de Cannes más loco de los últimos años. Lo ha hecho con ‘The substance’, película que no solo partió Cannes en dos el día de su estreno, sino que ha hecho explotar las salas en las que se ha proyectado en esta 72ª edición del Festival de San Sebastián.

Sin entrar en detalles de su trama, pues cuanto menos sabe uno, más acaba disfrutándola, ‘The substance’ narra la historia de Elisabeth (Demi Moore), una actriz a la que, según cumple los cincuenta años, la cadena de televisión para la que trabaja jubila como si de un juguete de usar y tirar se tratase. Aquí entra “la sustancia” un misterioso elemento que promete crear una versión de sí misma más joven, más guapa y, en definitiva, mejor.

Fargeat propone un body-horror que, lejos de asustar por lo físico y mutante de sus imágenes, acaba por desatar las carcajadas más abrumadoras que se han escuchado en las salas de Donosti en mucho tiempo. La brutalidad de lo que se muestra en pantalla es tal que la única reacción que uno puede afrontar es la de reírse, pues no hay otra manera de sobreponerse a unas imágenes que te aplastan y arrasan de esa forma.

A su vez, y de forma paradójica, el terror no llega por las imágenes tan tremendamente viscerales y explícitas (que también), sino por la denuncia que abandera la propia película. La cantidad de situaciones incómodas relacionadas con la cosificación del cuerpo de la mujer es prácticamente incontable. Fargeat utiliza la cámara recreando esa visión masculina y pertubadora de rodar algunas películas, videoclips o incluso vídeos pornográficos que parecen estar compitiendo por descubrir quién es el que sexualiza más a las protagonistas de los mismos y que, en efecto, en casi la totalidad de ocasiones, son dirigidos por hombres. Quién sabe si con la visceralidad de la película, Fargeat pretende, por fin, llamar la atención de una sociedad que lleva décadas omitiendo gritos de auxilio.

Por último, hay que valorar de forma positiva la entrega absoluta de sus dos actrices principales en el proyecto. Por un lado, Demi Moore, que de alguna forma recrea lo que, seguramente, habrá sido buena parte de su carrera, denunciando determinados comportamientos comunes en la industria cinematográfica. Por otro lado, una Margaret Qualley que, una vez más, demuestra que está llamada a ser uno de los nombres que marquen el futuro de Hollywood, ya no solo por su talento como intérprete, sino por la elección de proyectos y directores con los que conformar una filmografía apabullante. Absolutamente rendido a ellas, a Coralie Fargeat y, por supuesto, a ‘The substance’.