‘The smashing machine’: Un paso atrás dentro del ring

A los hermanos Safdie les hemos visto estrenar auténticas obras magnas. A cualquier director neoyorquino le gustaría incorporar a su filmografía películas de la talla de ‘Good time’ (2017) y ‘Diamantes en bruto’ (2019) y, precisamente por ello, la vara de medir con su cine es, quizás, más exigente que con el resto. Tal vez por ello, el hecho de que su nueva película siga todos los cánones de perfección hollywoodiense en lugar de buscar lo verdaderamente interesante resulte un tanto decepcionante.

Ahora que los hermanos se han separado artísticamente hablando, Benny busca con ‘The smashing machine’ seguir retratando el mundo urbano, el de personajes desgraciados que solo saben hacer una cosa en la vida y que, cuando ven una amenaza a ese único sustento, caen en el temor de perderlo todo para envolverse en una vorágine de conspiración y tristeza. Sin embargo,su relato del luchador Mark Kerr (figura real) no resulta mucho más interesante que el de ninguna de las ficciones que le acompañan en su género. Es, simplemente, una más de tantas.

Safdie se centra en recurrir a una imagen estética de lo narrado antes que en verdaderamente otorgar un interés particular a sus personajes. El espectador sabe lo que va a ocurrir en cada escena. No hay giros, no hay sorpresa.

A su vez, los personajes, desgraciados, típicos de su cine, tienen menos empeño en su escritura que en su interpretación. De nada sirve cómo Dwayne Johnson o Emily Blunt se dejan el alma para realizar la interpretación perfecta si la persona a la que interpretan, en realidad, no tiene demasiado interés.

Por supuesto, ‘The smashing machine’ no es una mala película. De hecho, si nos fijamos en los aspectos esenciales de su imagen, hay quien podría alabarla estéticamente, pero se espera de Benny Safdie una progresión y una demostración del ferviente e incansable talento que atesora y, tristemente, esta película parece un pequeñito paso atrás.

Son bastantes las reimaginaciones del mito del luchador. Ese boxeador atormentado por un mundo que se cae a pedazos a su alrededor fruto de una búsqueda de poder que aumenta progresivamente, tanto físicamente como mentalmente. Para ello, el luchador recurre al dopaje y, por consecuencia, a las drogas; mientras que se impone psicológicamente a las personas que le rodean (comenzando, lógicamente, por su pareja) mediante el uso de la agresividad. Así nacen obras como ‘El luchador’ (2008) o ‘El clan de hierro’ (2023), destacadas en este microgénero repleto de películas que siguen un mismo patrón. En ese sentido, ‘The smashing machine’ de Benny Safdie no se separa de ellas.