La cineasta estadounidense Kelly Reichardtpareciera estar realizando una especie de mapa que recorre las diferentes épocas y lugares del Estados Unidos más profundo. Con cada una de sus películas añade un pequeño pedacito de historia a un puzle complejo que conforma una cada vez más completa radiografía del panorama político y sociológico del país. Este año ha presentado, primero en Cannes y ahora en Seminci, su última película: ‘The mastermind’.
En ‘The mastermind’, Reichardt nos emplaza en una pequeña ciudad de Massachusetts, concretamente en los años setenta, donde un joven desempleado (y que busca por todos los medios no esforzarse para dejar de serlo) decide comenzar a ganar dinero mediante el robo de obras de arte en el museo de la ciudad. JB Mooney (Josh O’Connor) es una de esas miles de personas que se encuentran apartadas de la sociedad, generando problemas no solo para sí mismos, sino para sus familias. Mooney vive del dinero que su esposa recauda en el trabajo y de lo poco o nada que puede contribuir su madre.



En ese sentido, Reichardt retrata no tanto a un perdedor, sino a una persona que considera (en realidad, como todos nosotros) que la huida hacia delante es más fácil que asumir la responsabilidad individual. Y es que a Mooney, lógicamente, le pillan, pero en lugar de renunciar a su orgullo, decide huir y huir.
Por supuesto, no es casualidad que la historia se ambiente en la convulsísima época de la Guerra de Vietnam, trazando así un paralelismo claro entre Mooney y el propio gobierno de los Estados Unidos. Un gobierno que, además, se refleja en el actual; ese que elige tirar hacia delante sin importar las consecuencias y sin admitir que, en algún momento, pudieron equivocarse.
‘The mastermind’ es inteligente en sus narrativas, es graciosa cuando pretende serlo y es un fiel reflejo de una inestabilidad política que trae consigo un deterioro absoluto de la estabilidad de la sociedad, la que lo sustenta todo. Y es que, si nosotros nos caemos con todo, el Estado caerá también. Aún así, y como nos enseña Reichardt, este siempre tendrá las de ganar.


