La Semana Internacional del Cine en Valladolid está llegando a su fin. Este año la película escogida para clausurar el festival ha sido ‘Siempre es invierno’, la nueva propuesta del director español David Trueba, quien, por lo visto, no tiene nada nuevo que contar.
‘Siempre es invierno’ narra un año en la vida de Miguel, un arquitecto paisajista treintañero. En enero su pareja rompe con él durante un viaje a Bélgica, lo que provoca que su perspectiva vital dé un giro inesperado. Es en ese momento cuando empieza a vivir nuevas aventuras románticas y laborales que le llevarán a un redescubrimiento de su identidad.
En resumidas cuentas, se trata de la misma sinopsis que hemos presenciado decenas de veces: un hombre adulto, que sigue comportándose como un niño, tiene una crisis existencial cuando se enfrenta al primer tropiezo de su vida. Y es que, no solamente me parece cansino que se sigan escribiendo personajes protagonistas masculinos insulsos, sino que además no entiendo porqué estos únicamente son capaces de preguntarse quiénes son cuando sus parejas les dejan y se ven, por primera vez, solos.



No creo que sea sano pensar que el amor romántico es la principal entidad que nos conforma y que sin él no somos nada. Esto solo genera unas expectativas desmesuradas en encontrar pareja e incrementa el sentimiento de soledad de aquellos que no han sido lo suficientemente “afortunados” como para enamorarse.
Por si esto fuera poco, ninguno de los actores destaca en sus actuaciones. David Verdaguer vuelve a interpretar a un treintañero atormentado que camufla sus emociones con ironía y bromas insípidas. Es decir: nada que no haya mostrado antes. Y es que, ¿sería demasiado pedir que se escribiera un personaje masculino con inteligencia emocional?
El trabajo de Isabelle Renauld es el único rescatable. Al menos ella da algo de profundidad, dentro de lo que el guion le permite, al personaje de Olga. Hace lo que puede con lo que tiene.
A nivel estructural la narrativa es confusa: el mes de enero ocupa la mayor parte del transcurso de la película para después no darle ninguna importancia al resto del año, que se completa con escenas insustanciales que no aportan nada. Y, para colmo, la película termina sin una conclusión clara, dejando al espectador totalmente frío.
En resumen, David Trueba ofrece un trabajo vago que solo es disfrutable un domingo de resaca por la tarde. Con un guion obsoleto, personajes sin arco y un foco perdido, ‘Siempre es invierno’ probablemente no removerá tus sentimientos, pero al menos habrás pasado un rato mínimamente agradable.


