‘Rental Family’: Familias inventadas, sentimientos reales

Un actor estadounidense en Tokio busca sentido a su vida hasta que encuentra un trabajo tan extraño como revelador: formar parte de una agencia de “familias de alquiler”. A partir de ahí, ‘Rental Family’ se convierte en una película sobre la soledad contemporánea, el choque cultural y el deseo de conexiones reales.

La premisa parece salida de un sueño raro, pero lo cierto es que este servicio existe en Japón, y la película lo aborda sin delicadeza. Más bien lo usa como punto de partida para hablar de nosotros. De cómo vivimos una pandemia de soledad global, de cómo confundimos afecto con atención, compañía con presencia.

Domina la observación de vidas ajenas, la ternura por lo cotidiano o el ruido de los apartamentos minúsculos. Es curioso cómo ‘Rental Family’ consigue que lo falso se sienta verdadero. Cada cliente, cada rol interpretado, abre una puerta distinta a la necesidad humana de pertenecer. Lo que podría parecer manipulación emocional se transforma en un retrato sincero de nuestras carencias. La dirección evita el sentimentalismo fácil y apuesta por una emoción contenida, donde el vacío emocional se mezcla con la timidez y la torpeza social.

La película avanza como una sucesión de pequeños encuentros, predecibles a veces, pero siempre emocionantes. Porque lo que importa no es el giro, sino la sensación de ver a alguien aprendiendo a mirar a los demás.

Brendan Fraser, en uno de sus papeles más honestos, encarna esa sensación de estar siempre fuera de lugar, de ser un extranjero incluso cuando intenta formar parte de algo. Lo hace con tanta humanidad que cuesta imaginar a otro actor en su lugar.

Una historia sobre la soledad, la familia y la cultura japonesa, contada con tanta delicadeza que podría funcionar con cualquier público. ‘Rental Family’ no te dice cómo sanar, pero te hace creer que fingir cariño puede ser la forma más humana de encontrarlo.