‘Pillion’ Una historia de amor con olor a gasolina y cuero

No todas las pelis quieren que las analices, algunas solo quieren que las acompañes. ‘Pillion’, de Harry Lighton, es una de esas. No hay prólogo, ni trauma de origen, ni grandes discursos. Solo Colin, un chaval introvertido con pinta de vivir en modo avión, y Ray, un motero con la energía de un padre emocionalmente ausente pero peligrosamente encantador (Alexander Skarsgård en su versión más mística y magnética). Es ‘Brokeback Mountain’, pero con olor a cuero, gasolina y aftershave barato.

Todo empieza cuando Colin se mete en el mundo de Ray, una especie de club de moteros con más reglas emocionales que mecánicas. Lo que podría ser una historia de dominación termina siendo una historia de educación sentimental: sobre descubrirse, sobre aprender a soltar, sobre el vértigo de confiar en alguien. Nada de lo que pasa se siente forzado o transgresor. Aquí no se cruza ninguna línea que los personajes no quieran cruzar.

La peli juega mucho con eso: con el límite entre el placer y el control. Lo físico es una manera de conectar, no de humillar. Y entre lo físico y lo emocional, se cuela algo de humor. Porque por mucho cuero y ritual que haya, las dinámicas entre Colin y Ray son sorprendentemente divertidas. Dos hombres torpes, vulnerables y tiernos intentando entender qué están haciendo.

En medio de todo, está la madre de Colin, ese tipo de madre sobreprotectora y súper LGBT-friendly que lo acepta todo… hasta que se da cuenta de que ya no puede proteger porque el tiempo se le acaba. Es un detalle pequeño, pero da contexto sin contarte nada. El miedo de Colin no es ser quien es, sino lo que implica dejar de ser “el hijo perfecto”.

Mucha gente dirá que es una película morbosa, pero en realidad no lo es tanto. Lo explícito nunca va por ir al límite, sino por mostrar la intimidad sin filtros. Igual que ‘Heartstopper’ puede parecer demasiado “vainilla”, ‘Pillion’ puede parecer demasiado intensa. Pero ambas hablan de lo mismo: de cómo se siente descubrir quién eres a través de otro. Lo erótico se mezcla con lo emocional sin necesidad de disfrazarlo. No es sexo por sexo, es la historia de una persona aprendiendo lo que quiere en el amor.

Una biker BDSM Christmas movie que celebra el amor, el consentimiento y el cuero. Y aunque a primera vista parezca una historia “para adultos”, en el fondo habla de lo mismo que cualquier coming-of-age: de aprender a amar sin tener un manual.