Estos últimos años cinematográficos vienen marcados por, entre muchos otros acontecimientos, las rupturas de parejas creativas como los hermanos Coen o Los Javis. Estas situaciones suelen dar paso a que los espectadores descubramos cuál de ambos cerebros es el más dedicado (y con mayor soltura) a la creación artística y cuál es la mente pensante en otros aspectos no estrictamente relacionados con el cine (aunque igualmente válidos y valiosos). Por supuesto, los hermanos Safdie no iban a ser menos.
Y es que mientras que Benny Safdie estrenó este mismo año ‘The smashing machine’, increíblemente premiada (y seleccionada) en el Festival de Venecia, Josh ha hecho lo propio adaptando a la gran pantalla la historia real de Marty Mauser, un gran jugador de tenis de mesa que, en realidad, dedicaba buena parte de su actividad diaria no a entrenar, sino a timar/trabajar y sacarse los cuartos extra que no podía ofrecerle el deporte.



Josh Safdie escribe así una historia muy ligada al estilo de construcción esquemática que habían demostrado los hermanos en películas como ‘Good time’ o ‘Uncut gems’ (ambas justamente alabadaspor crítica y público), en la que un personaje, desgraciado, como muchos de sus compañeros de vida, trata de escapar de la ruina con unas pretensiones, tal vez, un tanto idealistas. De esta forma, embrollo tras embrollo, acaba huyendo hacia delante, acumulando sus desgracias, enemigos y problemas.
En ‘Marty Supreme’, Safdie demuestra un manejo del nervio absoluto. Su guion y, sobre todo, su dirección se siente como un gran paso en su carrera, suponiendo un estudio de la sociedad americana y, sobre todo, del sueño americano como pocos. De igual forma, Timothée Chalamet no solo se da de bruces con uno de los mejores papeles que jamás le han presentado, sino que lo aprovecha hasta el punto de ser el gran merecedor del premio Oscar a mejor actor 2026, firmando una de los mejores trabajos de su carrera.
Josh Safdie no profundiza en debates historiográficos o filosóficos pero, en realidad, no lo necesita. ‘Marty supreme’ entretiene de lo lindo y el espectador se lo pasa maravillosamente bien viendo cómo Mauser corre a un ritmo tan frenético que pareciera que la ciudad le acompaña en su danza. Y eso es bastante brillante.


