‘La chica zurda’: te llevará a reflexionar sobre tus propios deseos, complejidades y delicadezas

El espacio que nos rodea forma parte de nuestra identidad. No podemos hablar de nuestra habitación, nuestra casa o nuestra ciudad sin nombrarnos a nosotros mismos. Porque un espacio está inerte hasta que alguien lo habita. Por ello, mudarse siempre supone un reto: puede desembocar en un nuevo comienzo o en la pérdida total del yo. Emigrar es, inevitablemente, sinónimo de introspección: algo así como una vertiginosa página en blanco.

Este es el tema principal que plantea ‘La chica zurda’, la primera película en solitario de la directora Shih-Ching Tsou con la colaboración de Sean Baker en el guion. En ella se nos presenta a una madre soltera y sus dos hijas, quienes regresan a Taipei tras varios años viviendo fuera de la ciudad. Cada una de ellas tendrá que enfrentarse a los retos que supone el regreso a la metrópolis mientras luchan por llegar a fin de mes y mantener una unidad familiar basada en pequeños secretos.

La genialidad de este filme, en el que la mirada de Sean Baker es detectable desde su comienzo, reside en la fenomenal construcción de los tres personajes femeninos protagonistas. Cada una de estas mujeres está observando el mundo desde una mirada distinta, correspondiente a su etapa vital; aunque todas ellas se hacen el mismo tipo de preguntas existenciales. La madre lidia con la soledad y los problemas económicos; a la rebelde hija mayor le preocupa encajar en una sociedad frenética; y la pequeña de la casa está descubriendo la diferencia entre el bien y el mal.

Las interpretaciones son exquisitas por los matices que componen a los personajes. Destaca especialmente el trabajo de Nina Ye, quien, a pesar de su corta edad, nos regala uno de los trabajos actorales más delicados del año. Ella lidera al elenco sin miedo y ofrece inocencia a un filme que trata temas que pueden ser considerados como “adultos”.

La ciudad de Taipei es considerada un personaje más de la película gracias a un espléndido trabajo de cámara en mano combinado con una edición inteligente y una banda sonora que atrapa. Las luces de la ciudad, el sonido del bullicio o la elección de los planos son solo algunos de los elementos inmersivos que permiten al espectador sentir que camina por el gran mercado de la ciudad taiwanesa. Todos los sentidos inevitablemente se activan y solamente nos queda rendirnos al viaje emocional que viven los personajes.

En conclusión, Shih-Ching Tsou demuestra con ‘La chica zurda’ que no necesita quedarse en la sombra de Baker para brillar, pues su talento es igualmente deslumbrante. ‘La chica zurda’ no solo te hará reír, llorar y pasar un gran rato en la sala de cine; sino que además te llevará a reflexionar sobre tus propios deseos, complejidades y delicadezas. Es una de esas películas que te permiten abandonar la sala de cine con una sonrisa esperanzadora: mudar la piel puede dar un poco menos de miedo si lo haces rodeado de gente que va a amar todas las versiones de ti mismo.