‘Hamburgo’: el ansia de libertad que puede poner en peligro

Vivimos en una era en la que cada vez es más difícil hacernos un hueco en la estructura social establecida, lo cual desemboca en un sentimiento de frustración masificado. Cada vez es más fácil perderse y más difícil volver a encontrarse. Y cuando ya no nos reconocemos ni a nosotros mismos, solo nos queda intentar escapar con la esperanza de hallar una realidad mejor. De esta situación, entre otro batiburrillo de cosas, habla ‘Hamburgo’ no, la nueva película, un tanto fallida, del director Lino Escalera.

‘Hamburgo’ cuenta las historias cruzadas de Germán, interpretado por Jaime Lorente, y Alina, a quien da vida Ioana Bugarin. Él es un chaval aparentemente bueno pero al que las cosas siempre le salen mal. Arruinado tras una inversión fallida, se ve obligado a pedirle dinero a Cacho (Roger Casamajor), un amigo que trabaja para una mafia local. De este modo, acaba convirtiéndose en el nuevo conductor encargado del traslado de mujeres que trabajan como esclavas en clubes de alterne. Ella, de origen rumano y viviendo sin papeles en España, es una de las muchas chicas forzadas a trabajar en dichos bares. Ambos, infelices con su situación, buscan constantemente la oportunidad de obtener una vida mejor, pero el ansia de libertad les pone cada vez en mayor peligro.

El primer fallo con el que nos encontramos es precisamente que, a primeras, no queda del todo claro qué historia se está queriendo contar. La película comienza presentándonos a Alina, pero después se centra más en la situación de Germán, para finalmente no darle un final digno a ninguno de los dos. Además, la relación entre los protagonistas carece de química y sentido dramático. En las pocas conversaciones que mantienen no parecen caerse bien, pero finalmente se alían por alguna razón que, desde luego, yo no comprendí. Supongo que el director quiso dar a entender algo así como que el uno se apiada del sentimiento de soledad del otro, pero los planos donde se muestra esta complicidad son prácticamente inexistentes.

Un filme que se vende como thriller debe saber encontrar un equilibrio entre los momentos pausados que se encargan de generar tensión y aquellos rápidos que quitan el aliento al espectador. Sin embargo, ‘Hamburgo’ es pura lentitud. Pero, por si esto fuera poco, la banda sonora es prácticamente inexistente, hay un abuso de los primeros planos, y los actores principales parecen perdidos en la construcción de sus personajes. Tanto Lorente como Casamajor ofrecen interpretaciones poco memorables, mientras que Bugarin tiene buenos momentos pero le cuesta mantenerlos.

Lo mejor del filme son, sorprendentemente, los actores de reparto. Mona Martínez, Asia Ortega y Manolo Caro parecen entender la visión del director mejor que los protagonistas. De este modo, sus escenas son las más emocionalmente ricas de toda la cinta. También se puede destacar el trabajo de iluminación, pues el ambiente lúgubre generado está bastante bien conseguido. El resto de aspectos técnicos no merecen ser laureados.

En resumen, ‘Hamburgo’ es un claro ejemplo de una buena idea que se ejecuta de manera muy pobre. Quizás porque el concepto es demasiado difuso o porque el guion no logra transcribirse a palabras. Sea por la razón que sea, se hace duro, como espectador, estar casi dos horas esperando algo que nunca ocurre. Aunque supongo que esto forma parte del riesgo que conlleva la magia del cine: a veces te conmueve, y otras te deja indiferente.