‘Emilia Pérez’: una sorpresa para el público

«Sorprendente» es una palabra que no alcanza a describir adecuadamente la nueva película de Jacques Audiard. Sabemos que no debemos dejarnos llevar por las apariencias, pero, debido a la filmografía del director, esperamos cierto tipo de película, un ritmo acorde y, sobre todo, un género específico.

Sin embargo, en el caso de Emilia Pérez, ninguno de estos aspectos coincide con lo que podríamos anticipar. De hecho, la sinopsis ya nos da una pista: un thriller musical en el que Rita (Zoe Saldaña) recibe una oferta que no puede rechazar —ayudar a Manitas (Karla Sofía Gascón), el líder de una organización criminal, a convertirse en una mujer.

La película es al mismo tiempo dramática y cómica, combinando, como en una paradoja, géneros que no esperábamos ver juntos en la pantalla grande. La similitud con un film de Almodóvar es evidente, pero se distingue al ofrecer, en primer lugar, una historia al estilo de Sicario de Villeneuve. ¿Entonces, dónde nos encontramos? Porque aún no termina: no olvidemos que Emilia Pérez también es un musical, por sorprendente que pueda parecer.

Puede parecer arriesgado, y seguramente fue un «o funciona o fracasa» para el director. Sin embargo, como hemos visto, la crítica ha decidido que «funciona», ya que la película ganó el premio del jurado en Cannes. No es el primer premio para Audiard, ni la primera vez que está en la selección del prestigioso festival, aunque Emilia Pérez representa un giro nuevo para él. De hecho, se trata de un film rodado en español mexicano, protagonizado por dos actrices que normalmente vemos en películas estadounidenses (Saldaña y Gómez), lo que añade otra sorpresa para el público.

La película ofrece una reflexión sobre la identidad y la redención, exponiendo la transformación de Manitas en Emilia Pérez como una posibilidad genuina de cambio, tanto físico como emocional. Aunque la temática puede parecer audaz, Audiard se asegura de no imponer ninguna doctrina como «verdadera», al presentar un universo casi onírico en algunos momentos, utilizando la música como recurso. A través de las canciones y coreografías, Audiard establece un distanciamiento con el espectador, recordándole que está frente a una ficción. Al igual que Brecht con su «distanciamiento brechtiano» en el teatro, Audiard evita sumergir al público en una ilusión y deja claro que todo esto es, efectivamente, una construcción.

Tal vez por eso la película funciona: porque aceptamos el pacto que Audiard nos propone al presentarnos esta ficción como tal, lo que permite que la mezcla de géneros no se cuestione. Emilia Pérez es un fever dream, perfectamente ejecutado por un elenco que no deja indiferente a nadie.