Eli Roth, actor de películas como ‘Malditos Bastardos’ o ‘El mundo perdido: Jurassic Park’, debutó como director hace ya más de dos décadas. Desde ese momento ha dirigido obras de distintos géneros tratando de dominar algunos de ellos con mayor o menor acierto. Ahora dirige ‘Borderlands’, adaptación del videojuego homónimo en el que un cast de lujo intenta salvar los muebles en todo momento.
Ambientada en un mundo sci-fi en el que se juntan elementos de algunas de las grandes obras maestras del género como ‘Mad Max’ o ‘La Guerra de las Galaxias’, el videojuego narra una aventura que, por encima de todo, utiliza un lenguaje tanto verbal como visual en el que lo gamberro se apodera de la pantalla. Sin embargo, la forma de producir la película que se ambienta en este mismo mundo, trata de suavizar algunos de estos elementos, separando a la historia original de algunos de sus momentos y características más importantes.



La forma en que Eli Roth y, sobre todo, el estudio que la produce han tenido de crear la ficción en ‘Borderlands’ han tenido como resultado una película que no funciona por culpa de una conjunción de decisiones que, individualmente, resultan confusas para el espectador. Visualmente la película trata de encarnar el espíritu de las grandes obras de ficción en mundos postapocalípticos, teniendo como gran referente el ‘Fury Road’ de George Miller. Esta forma de imaginar el mundo en el que se emplazan sus personajes sería espléndida de no ser porque Mad Max solo hay una y todo aquel que trata de imitarlo acaba por descarrilar bruscamente. El uso de los efectos especiales es, tal vez, demasiado optimista y grandilocuente para lo que consigue, y el frenetismo que prometen las escenas de acción se convierte en una sucesión de coreografías un tanto forzadas para una Cate Blanchett que no acostumbra a este tipo de papeles y brilla mucho más en otros registros.
Por otro lado, su tono no es violento ni soez (como sí lo es tanto en la obra de Miller como en el propio videojuego que trata de adaptar). Y es que con un reparto en el que Kevin Hart y Jack Black parecen tener un gran protagonismo, uno espera, al menos, una película divertida, con gags divertidos y que, aunque no emule la forma de tratar el humor que tenía su videojuego, consiga sacar sonrisas al espectador de forma asidua. En este aspecto, la película tampoco termina de funcionar.



Por último, la estructura de la película y un forzado ritmo en el que predomina la acción en cada escena no permite que las escenas dramáticas desarrollen los conflictos de los personajes (tanto internos como entre ellos) consiguiendo que aquellos giros de guion que deberían conmover o sorprender al espectador no tengan tal efecto y se tornen en algo previsible.
Con todo ello, la película no deja de ser un producto comercial fruto de un estudio que busca de forma primordial que este mismo funcione y que acumula problemas haciendo muy difícil la obtención de ese objetivo. Aún así, no se puede decir que Eli Roth y todo su reparto no hayan intentado con todas sus fuerzas construir una historia divertida y frenética y, ante todo, es una actitud digna de aplaudir, pues no siempre se puede afirmar que una película de este calibre tenga tanta pasión y esfuerzo detrás.


