Para los más puretas de Star Wars, querer formar parte de todas sus creaciones y seguir su camino y su gran cantidad de ramificaciones es una montaña rusa de emociones. Todo comenzó con una primera trilogía cuyo tono, personajes e historia significaron una revolución en el cine gracias a la tecnología utilizada en el momento y cómo George Lucas fue capaz de contar una idea de aquella manera tan novedosa. Con la expansión del universo y la creación de nuevas trilogías, la estética de la saga se vio obligada a adaptarse a la industria cinematográfica haciendo muy notable la diferencia entre ellas.
Fue en 2016 cuando llegó a nuestras vidas ‘Rogue One’ y cambió mi forma de comprender Star Wars. Comencé a entender que todo aquello que se había estrenado más allá de los episodios IV, V y VI eran parte de un proceso evolutivo de la saga y adaptarse a la industria era de carácter obligado. ¿Y por qué ‘Rogue One’ cambió mi visión de las cosas? Porque fue ‘Rogue One’ quien se adaptó a la propia saga de Star Wars -más que a la industria como tal- y trató de acercarse más al tono de la trilogía original sin dejar de lado toda la evolución de las anteriores entregas, mejorándolas y aportando, además, una de las historias más imprescindibles de la franquicia. No habría ‘Mandalorian’ ni ‘Boba Fett’ ni ‘Ashoka’ ni ‘Acolyte’ ni ‘Skeleton Crew’ ni cualquier otra obra de Lucasfilm sin ‘Rogue One’.
Ni mucho menos existiría ‘Andor’, obvio, y el universo de Star Wars habría tenido una sensación de vacío tremenda porque lo que cuenta va más allá de ser una simple precuela.



La primera temporada seguía las aventuras de Cassian Andor, un espía al servicio de la Alianza Rebelde cuya destreza hacía del personaje alguien a quien respetar y recordar para siempre. Su evolución en la historia fue lo mejor de todo ya que, según avanzaban los episodios, veíamos cómo su nombre se entendía por todo el universo y pasó de ser un simple contrabandista a uno de los soldados de la Alianza Rebelde más buscados. Y si creíamos que la temporada no podía culminar mejor, se nos ofrece una escena postcréditos de la construcción de la mítica Estrella de la Muerte que nos dejaba con ganas de más y de recortar la espera del estreno de la segunda temporada que llegaría casi tres años más tarde.



La segunda temporada de ‘Andor’ es tan buena como la primera. Se desvive por contar todo sobre su personaje principal añadiendo otros nuevos cuyo peso en la historia se define por sus líneas de guion. ‘Andor’ se disfruta, pero con paciencia, ya que se toma varias pausas en su historia para explorar los daños colaterales de los actos del Imperio. Una crítica social que entrelaza escenas de quienes se permiten disfrutar de una ceremonia con toda clase de lujos con aquellas sociedades menos agraciadas por su destino que tratan de sobrevivir con recursos limitados mientras se refugian en una nave varada en mitad del bosque. Ese paralelismo, que tanto se acerca a la realidad, es clave para entender el por qué de una rebelión.
Volvemos a encontrarnos con el héroe -nuestro héroe-. Cassian Andor se ha ganado a pulso un hueco en el ranking de personajes más carismáticos y necesarios del universo Star Wars y conseguir eso hoy en día, después de tantos y tantos años donde parece que está todo explotado, es difícil. Es un piloto con miedo, dolor y angustia que debe aprender a dejar de pensar como un soldado y empezar a pensar como un líder, pero su perspicacia le hace único.
A veces da la sensación de que ‘Andor’ podría haberse contado en la mitad de la duración ya que, en ocasiones, parece desentenderse de su propio protagonista para ahondar en esas sociedades que la saga no se había atrevido explorar. Nos muestra la revolución del pueblo afectado por la guerra y oprimido por las clases más altas, algo que hasta ahora habíamos visto de forma pasajera. Conocíamos lo más atractivo de los planetas que forman la galaxia, pero esa parte oscura, esos recovecos, todo lo que hay detrás, se había quedado ahí, pero al final todo sirve para dar paso a algo más grande. Todos sabemos cómo acaba todo esto, por eso ‘Andor’ funciona tanto como contexto como a modo de recorrido galáctico.
Uno de los grandes puntos fuertes de ‘Andor’ es que no hay un malo malísimo todopoderoso -más allá de Palpatine, Darth Vader y sus planes de destrucción galácticos que están detrás de todo-, sino que lo antagónico recae en el Imperio y todos los que pertenecen a él. Y, aunque algunos de sus personajes secundarios no hayan sido creados para ser recordados por siempre, dejan una huella que ninguna Estrella de la Muerte es capaz de borrar porque su aportación a la historia se encuentra en sus diálogos y cómo enseñan a Cassian que “todo lo que llevamos a cuestas nos define”.



‘ANDOR’ es una de las principales razones por las que el universo de Star Wars es sólido a día de hoy. Si la primera temporada fue un espectáculo, la segunda va más allá y se convierte en la verdadera rebelión de la saga profundizando en temas hasta ahora intocables.
La obra alcanza una calidad visual que permite a su universo expandirse con ella y está claro que todo lo próximo que venga de Star Wars va a tomar como referente ‘Andor’ y, solo por eso, el éxito está garantizado.


